No hay nada ni nadie que pueda destruir nuestra vida. Satanás no puede destruir nuestra vida, él solo puede prevalecer cuando nosotros damos lugar a las dudas y a las palabras negativas. Es por esto que no basta creer simplemente, es necesario actuar apoyados en la Palabra de Dios, obedecer a la voz de Dios y no a las palabras negativas o a las dudas. El secreto en Abraham estaba en que él siempre obedecía la voz de Dios. Él nunca se dejó influenciar por palabras negativas, de dudas… Siempre actuó apoyado en su fe. Tanto que cuando Dios le pidio a su hijo Isaac en sacrificio, él no se rehusó.
Cuando Abraham iba a ofrecer a Isaac en sacrificio, él no habló con Sara su mujer, no habló con sus criados, no hablo con nadie lo que iba a hacer. Dios habló con él y puso esta fe en su corazón. Abraham estaba listo para obedecer, él sabía que Dios tenía poder y que podía resucitar a su hijo entre los muertos. Abraham estaba firme, determinado y él no dio lugar a la duda. Abraham escogio obedecer, seguir la voz de Dios y a causa de esto fue bendecido. (Génesis 22:1-18).
La persona vencedora es aquella persona que sabe lo que quiere, es determinada, cree de todo su corazón aun este rodeada por personas negativas, nadie destruye su creer, ni su fe. Un ejemplo bíblico que tenemos es el de Jairo, él era un principal de la sinanoga. Él fue hasta Jesús, para pedirle que curara a su hija, y Jesús le dijo que iría y la sanaría. Mientras este hombre hablaba con Jesús, Satanás envio sus mensajeros, gente con palabras negativas, para destruir la fe de Jairo. Le dijeron que su hija había muerto, que no era necesario más molestar al Maestro, que no había más que hacer, que era imposible… Pero Jesús le dijo: “No temas, cree solamente”. (Lucas 8:40-55).
Durante toda nuestra vida siempre vamos a estar entre dos palabras, la palabra de Dios y la palabra del diablo, la palabra de fe, y la palabra del mal. Pero todo va a depender de la voz que nosotros vamos a escuchar,es nuestra decisión.
Otro ejemplo que tenemos fue el de Gedeón. Él estaba viviendo una época difícil porque los madianitas, que eran un pueblo enemigo de Israel venían como langostas y debastaban la tierra, no dejaban que comer en Israel y la gente empobrecía día tras día… Gedeón estaba indignado con la situación de su pueblo, porque siempre había escuchado hablar de un Dios poderoso, ¿cómo era posible que el pueblo estuviera viviendo de esa manera?
Un día el ángel del Señor se le apareció y le dijo “Gedeón, el Señor es contigo, varón esforzado y valiente”…Dios le dijo que fuera con esa fuerza y que librara a Israel de las manos de los madianitas. ¿Qué fuerza tenía Gedeón? él no tenía fuerzas, ni armas, ¿dónde estaba la fuerza de Gedeón? La fuerza de Gedeón estaba en su creencia, en su fe. Gedeón tuvo que luchar, que enfrentar la batalla, pero quien derroto a sus enemigos fue Dios. (Jueces, capítulos 6 y 7).
Nuestra fuerza no está en la fuerza de nuestro brazo, sino dentro de nosotros, porque es con la fuerza de la fe que vamos a vencer. Si usted está en la fe, actúa apoyado en la Palabra de Dios, Él le conduce a la victoria y bendice la obra de sus manos. Dios le da sabiduría, unción, capacidad para vencer, Él abre su visión, Él obra y realiza el milagro en su vida. El secreto está en usted escuchar la voz de Dios y no dar lugar a las palabras negativas y a las dudas. Si usted cree y se entrega a Dios, usted va a vencer.
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