La Espada, la Antorcha y el Cántaro...

“Cuando yo toque la trompeta, y todos los que conmigo estén, entonces, vosotrostambién tocaréis alrededor del campamento y diréis: ¡Por el Señor y por Gedeón!”(Jueces 7.18).Si dependiera del número de hombres de su tropa, Gedeón jamás ganaría la guerra, porque estaba en gran desventaja. En ese pasaje, nosotros podemos ver que él y su ejército, tenian algunas armas nada convencionales. ¿Podrían ser obstáculo, para un ejército listo para enfrentar una batalla? ¡No! Por el contrario; fueron exactamente esos elementos los que les garantizó una victoria extraordinaria sobre sus enemigos. Veamos entonces, lo que cadauno de esos elementos representa y como fueron usados en la batalla.La ESPADA es la indignacion. Es la combinación de la fe inteligente con la fe espiritual. Es creer en la Palabra de DIOS y colocarla en práctica, clamando por la realización de las promesas sagradas de Dios en nuestras vidas. Son las actitudes que tomamos, las que nos llevan a conquistar lo que queremos. Es creer en nosotros mismos. Muchas personas creen en sí mismas, pero no creen en Dios y como resultado, ellas se arriesgan a perder todo lo que ya conquistaron. ¿Cuál es la garantía que tenemos que la victoria conquistada permanecerá? Bien, la respuesta por otro lado – es la antorcha.La ANTORCHA simboliza el fuego de Dios. Es la presencia del Espíritu Santo dentro de cada uno. Nosotros sabemos que es solamente estando en sociedad con Él, es posible ganar las batallas imposibles. Tal vez usted hace todo lo que está a su alcance, pero la fuerza que tiene para soportar los momentos difíciles se va acabando si no tiene el Espíritu Santo dentro de usted. Él es también la luz segura que lo guía en su jornada. Es por eso, por lo que la Palabra de Dios, nos dice que aquellos que son nacidos de Dios, irán a conquistar el mundo.El CÁNTARO VACÍO representa el corazón limpio, para que el fuego de Dios pueda brillar allí. Un cántaro lleno de dudas, y otros pensamientos ne-gativos, no debe ser tolerado, porque eso destruye completamente la Obra de Dios en su vida. De hecho, eso es lo que el diablo hace en la vida de muchos religiosos contaminando la fe con pensamientos de resignación frente a sus problemas, haciéndoles sentirse inseguros y débiles.“Y permaneció cada uno en su lugar alrededor del campamento, y todo el ejercito se echó a correr, a gritar, y a huir” (Jueces 7.21). Fueron esos tres elementos juntos los que dieron la seguridad de victoria.